¿Sabías qué?
Por OLAB 3 years ago
Es un hecho comprobado que el sobrepeso y la obesidad en adultos y niños se ha transformado en un problema mundial de carácter epidemiológico que con lleva graves repercusiones en la salud y la calidad de vida de las personas y en los costos de la atención a la salud de las mismas. Analizar las diversas causas o factores que se relacionan con el origen y curso de la obesidad permitiría practicar intervenciones tempranas a nivel individual, grupal o poblacional que impidan el desarrollo del fenómeno. Uno de los factores que contribuyen a la génesis de la obesidad infantil es el uso de los medios de comunicación electrónicos, si se parte de la evidencia de que la obesidad puede ser generada tanto por un estilo de vida sedentario, como por la ingesta de alimentos hipocalóricos (independientemente de la influencia genética en el proceso). Este trabajo intenta resaltar la doble ubicación de los medios de comunicación al respecto: los cuales fomentan tanto el sedentarismo como el aumento de la ingesta hipercalórica a la vez. Este artículo de revisión está basado en investigaciones y documentos recientes que tratan el tema.
DEFINICIONES Y DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA
Generalmente
se evalúa la obesidad usando el Índice de Masa Corporal (IMC), que se
define como el peso en kilogramos de un sujeto, dividido por el cuadrado
de la altura en metros (Kg./m2). Un IMC por encima de 25 Kg./m2 es
interpretado como sobrepeso y por encima de 30 Kg./m2 es obesidad (1).
Actualmente más de mil millones de adultos presentan sobrepeso en el
mundo y al menos 300 millones de ellos son clínicamente obesos. La
obesidad y el sobrepeso suponen el mayor riesgo para las enfermedades
crónicas, entre las cuales se destacan la diabetes tipo 2, la enfermedad
cardiovascular, hipertensión y accidente cerebrovascular y ciertas
formas de cáncer. Las causas fundamentales de la obesidad y el sobrepeso
son: el aumento del consumo de alimentos hipercalóricos, con alto nivel
de grasas saturadas y azúcar, y la reducida actividad física (1). La
obesidad infantil es ya epidémica en algunas áreas y está en aumento en
otras; se estima que, globalmente, 22 millones de niños menores de 5
años presentan sobrepeso. De acuerdo al Surgeon General de Estados
Unidos, en ese país la cantidad de niños con sobrepeso se ha duplicado y
la cantidad de adolescentes con sobrepeso se ha triplicado desde 1980
(1). La obesidad da cuenta del 2 al 6% del total de los costos de
atención a la salud en muchos países subdesarrollados (en algunos casos
el cálculo estimado es del 7%); los costos verdaderos son indudablemente
mayores debido a que no todas las repercusiones patológicas de la
obesidad están contempladas en los cálculos (1). La creciente epidemia
mundial de la obesidad refleja los profundos cambios que están
ocurriendo en las sociedades (como el predominio de un estilo de vida
sedentario) y patrones conductuales de las comunidades en los recientes
decenios. Mientras que los genes son importantes para determinar la
susceptibilidad de una persona para ganar peso, el balance energético
está determinado por el ingreso calórico y la actividad física. El
crecimiento económico, la modernización, la urbanización y la
globalización de los mercados alimentarios son algunas de las fuerzas
que subyacen en la epidemia mundial de obesidad (1). La inactividad
física o sedentarismo no es sólo un tema relacionado con conductas
individuales sino que está relacionado con la falta de espacios como los
parques, el aumento de las multitudes, la contaminación ambiental, el
crimen, el tráfico y las dificultades para desarrollar un deporte y una
recreación sana (2). Aún en las áreas rurales de los países
subdesarrollados, los pasatiempos sedentarios como ver televisión gozan
de una gran popularidad que se incrementa con el tiempo (3).
CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA OBESIDAD INFANTIL
La obesidad está asociada con significativos problemas de salud en la
infancia y es un importante y temprano factor de riesgo en gran parte de
la morbilidad y mortalidad del adulto. Los problemas médicos comunes en
niños y adolescentes obesos pueden afectar la salud cardiovascular
(hipercolesterolemia y dislipidemia, hipertensión), el sistema endocrino
(hiperinsulinismo, resistencia insulínica, alterada tolerancia a la
glucosa, diabetes mellitus tipo 2, irregularidad menstrual), y la salud
mental (depresión y baja autoestima). El estrés psicológico por la
estigmatización social impuesta a los niños obesos puede ser más
peligroso que las morbilidades médicas (4). Los niños y adolescentes
obesos también pueden sufrir otras complicaciones y asociaciones como
las pulmonares (asma, síndrome de la apnea obstructiva durante el sueño,
síndrome pickwickiano), ortopédicas (genu varum, deslizamiento de
epífisis femoral) y complicaciones gastrointestinales/ hepáticas
(esteatohepatitis no alcohólica). La probabilidad de que la obesidad
infantil persista en la adultez se estima que se incrementa desde
aproximadamente el 20% a los cuatro años de edad, al 80% en la
adolescencia. En cuanto a los factores de riesgo, son evidentes en la
obesidad infantil las interacciones entre factores genéticos,
biológicos, psicológicos, socioculturales y ambientales (4). Como parte
de estos factores mencionados, se destaca la actividad fundamentalmente
sedentaria del tiempo libre, con una gran disponibilidad de
entretenimientos como la televisión, los videos y los videojuegos.
Además, con el creciente proceso de urbanización ha habido un decremento
en la frecuencia y duración de las actividades físicas cotidianas de
los niños, tales como caminar a la escuela y hacer los quehaceres del
hogar (4).
LA EXPOSICIÓN DE LOS NIÑOS A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Una investigación publicada en 1999 de Reilly y otros, realizada en
niños británicos, muestra un exceso de sobrepeso y obesidad en los niños
británicos de edad preescolar y apuntala la idea de que los esfuerzos
para prevenir la obesidad del adulto deberían comenzar en la niñez
temprana (5). Una investigación posterior del mismo autor (6) señala que
los niños británicos modernos establecen un estilo de vida sedentario a
una edad temprana y que la obesidad se atribuye a la declinación del
gasto de la energía total (TEE, las siglas en inglés) y no al aumento de
la ingesta. El autor refiere el papel que juega la televisión y los
videos entre las causas de esta vida sedentaria. Según datos de la
American Academy of Pediatrics (4), los niños que observaron 4 o más
horas de televisión por día tenían un IMC mayor comparado con el de los
niños que observaban menos de 2 horas por día. Además, tener un
televisor en la recámara se reportó como un fuerte pronosticador de
tener sobrepeso, aun en los niños preescolares. Informes de la Kaiser
Family Foundation sobre la exposición de los niños a los medios en los
Estados Unidos, señalan que casi la mitad (48%) de los niños menores de 6
años han usado una computadora y casi un tercio (30%) ha jugado con
videojuegos. Un 43% de los niños menores de 2 años miran televisión
todos los días, y un 26% tiene televisión en su cuarto. En un día
cualquiera, dos tercios (68%) de los niños menores de dos años usarán la
pantalla de algún medio con un promedio de 2:05 horas. Con respecto a
los videojuegos, un 50% de los niños de 4 a 6 años han jugado
videojuegos y un niño de cuatro (25%) juega muchas veces a la semana. En
el uso de este medio aparecen diferencias entre varones y mujeres: 56%
de los niños jugaron videojuegos comparado con el 36% de las niñas; en
un día cualquiera, 24% de los niños jugarán comparado con el 8% de las
niñas (7). La reducción de las clases de gimnasia y los programas de
atletismo después de clases, aunado a un incremento en la disponibilidad
de refrescos y botanas en las escuelas públicas, el crecimiento
numérico de las tiendas de comida rápida a lo largo del país y el
creciente número de productos hipercalóricos son factores importantes
que contribuyen al aumento de los índices de obesidad infantil. Un
documento de Kaiser Family Foundation se centra en el análisis del uso
de los medios por parte de los niños (8). En dicho documento, además de
señalar que actualmente, en los Estados Unidos, los niños pasan un
promedio de cinco horas y media por día usando los medios (casi el
equivalente de un trabajo de tiempo completo y más tiempo del que
dedican a otra actividades, aparte de dormir) la Fundación plantea
algunas conclusiones clave a partir de la revisión del problema. Una
conclusión es que, según estudios realizados desde el decenio de l980,
es factible disminuir el peso corporal de los niños reduciendo el tiempo
que pasan con los medios. Otra punto importante sugiere que los efectos
de pasar las horas ante los medios no se deberían tanto a que los niños
no queman calorías por no hacer ejercicios, sino a un factor más sutil
seria: que los niños estarían expuestos a los anuncios de alimentos en
los programas. Estos anuncios estarían detrás de la asociación entre el
uso de los medios de comunicación y la obesidad. Esta conclusión se
apoya en estudios experimentales que demostraron que, aun una breve
exposición a los comerciales de alimentos puede influir en las
preferencias infantiles. Otro estudio halló que los niños que observan
más televisión beben más refrescos, comen más alimentos fritos y comen
menos frutas y vegetales que otros niños. Hay investigaciones que
señalan el aumento de peso y masa corporal principalmente en los niños
con edades comprendidas entre 4 y 11 años, que observaban más televisión
(9). La Fundación señala que una tendencia en los anuncios comerciales
(que resultó ser efectiva en el aumento de las ventas de los productos
alimenticios) es usar los personajes de los medios favoritos de los
niños para ayudar a vender productos alimenticios, tanto en avisos
televisivos como en cajas de alimentos o a través de juguetes que se
ofrecen en los alimentos que se venden en las tiendas. Este mercadeo
destinado a los niños también se está mudando al internet y aparece en
los sitios destinados al gusto infantil (8). El hecho de que los
personajes famosos de los medios puedan influenciar las decisiones de
los niños tiene relación con una investigación citada por la Kaiser
Family Foundation: niños de un año de edad evitaron un objeto después de
que observaron a una actriz reaccionar negativamente al mismo en un
video. Esta investigación sugiere que los niños pueden aplicar
reacciones emocionales vistas en la televisión para guiar su propio
comportamiento (9). Para finalizar esta breve revisión de
investigaciones sobre la relación de los medios con la obesidad
infantil, es importante señalar, según los estudios, que el uso de un
medio no excluye el uso de otro. Por ejemplo, el uso de la computadora
no desplaza el uso de la televisión; además hay que resaltar el hecho de
que varios medios pueden estar presentes en un solo objeto, como es el
caso del teléfono móvil o celular: incluye plataformas de videojuegos,
dispositivos de correo electrónico, cámaras digitales y conexiones de
Internet. Pero, de cualquier modo, la televisión permanece como el medio
de uso predominante en la vida de la gente joven (10).
CONCLUSIONES
Los
estudios revisados permiten concluir que existe una relación evidente
entre la exposición del niño a los diversos medios de comunicación y el
desarrollo de la obesidad y que, cuanto más tiempo le dedique a los
medios, más notorias son las posibilidades de desarrollar la obesidad y
que la misma permanezca en la adultez si no se atiende a tiempo. Se
deduce que los mecanismos participantes en este proceso pueden ser tanto
la inactividad física que promueve el uso de los medios, como también
el papel de los anuncios de publicación que apuntan a niños cada vez más
pequeños y promueven el consumo de alimentos hipercalóricos a través de
diversos caminos. Un correcto abordaje a esta problemática implicaría
la intervención de diversas instancias como la familia del niño:
restringiendo el tiempo dedicado a los medios, seleccionando la
programación, ayudándole a analizar críticamente el contenido de la
misma, proponiendo actividades alternativas que no impliquen el uso de
los medios; las escuelas: creando una alternativa saludable a la venta
de alimentos hipercalóricos, dedicando más tiempo a las actividades
físicas y al deporte, por ejemplo; las instituciones encargadas de
legislar sobre las características manipuladoras de los anuncios
comerciales dirigidos a los niños y los propios medios que podrían
utilizar su poder de penetración para promover alternativas más
saludables para la vida del niño.
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